Quien bebe leche de vaca, aunque sea un pequeño sorbo cada día, permanece en un estado.
En estado de lactante.
Sigue siendo un lactante aunque tenga 50 años y sea el presidente de una importante organización financiera.
Un estado es una franja vibratoria.
Mientras siga bebiendo su leche cada mañana se queda en ese nivel de comprensión.
Porque la frecuencia hace vibrar al cuerpo tanto como al alma.
La única forma de cambiar de estado es dejándola del todo, como hacen los chinos y los japoneses al cumplir los 6 años de edad.
Está bien beber leche para un bebé porque es algo totalmente bio-lógico.
Pero si un mayor de 18 años la sigue bebiendo y sintiendo que es un componente esencial de su nutrición, ingresa voluntariamente al estado de bebé crónico.
El estado de lactante asegura un aspecto "rellenito" que es muy apetecible para muchas personas que desean verse "rozagantes".
Pero el bebé es cien por ciento dependiente de otras personas.
El bebé no puede sobrevivir sin ayuda.
Sin su mamá o nodriza el bebé muere de hambre y de frío.
Los adultos que permanecen en estado de lactante continúan dependiendo de otros para sobrevivir.
Dependencia emocional, económica, física o del gobierno.
Porque el bebé no soporta estar solo.
Le aterra la soledad porque el programa de la inteligencia infinita es "no debes quedarte solo nunca".
Quienes creen que la leche es necesaria para un adecuado aporte de calcio y proteínas no consiguen elevarse de este estado.
Cuando hay tal nivel de dependencia, no puede expresarse el máximo potencial humano.
Primero debe salir de ese estado.
E ingresar al estado de hombre libre.
Independiente.
Capaz de tomar decisiones y asumir riesgos.
Entonces podrá expresar la salud infinita.
Reflexión del día martes 23/10/2018
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