Desde los más antiguos textos de filosofía oriental nos llega la enseñanza de los conceptos “padre, hombre, cielo, fuego” representando a la energía yang, y los de “madre, mujer, tierra, agua” representando el yin. El hombre está básicamente alimentado por la fuerza del cielo, yang, mientras que en la mujer predomina la fuerza de la Tierra, yin. La fuerza de la tierra es ascendente y expansiva: subiendo, crea un movimiento vertical y formas más redondeadas; la fuerza del Cielo es descendente y contractiva; al bajar se reúne y condensa, dando forma a las cosas. Las dos fuerzas se encuentran en los centros que conocemos como chacras, que otra cosa no son que torbellinos de energía causados por los choques de las dos energías yin yang. La energía del cielo entra en el hombre por la parte superior de la cabeza (corona), energizando fuertemente a su pasaje el cerebro, la campanilla y las cuerdas vocales, al salir forma sus genitales, empujándolos hacia fuera. La fuerza de la Tierra, predominante en la mujer, al subir entra con intensidad en los órganos reproductivos formando la vagína y el útero (hacia adentro) y cuando en el hara (su lugar de dominio) encuentra la fuerza del cielo y se choca con ella, forma unas espirales de energía, los ovarios. Al subir y expandirse aun más, la energía de la tierra forma otros vértices energéticos, las mamas, y una voz mucho más aguda que la del hombre. En el corazón, la fuerza del cielo al descender encuentra a la fuerza de la Tierra, ascendente: en este centro la cantidad de fuerza de las dos energías es similar. Por ese motivo se dice que el corazón es el centro del equilibrio, y se representa a menudo con una estrella de Salomón o unión de yin y yang. .
El hecho de que en el hara la energía de la Tierra sea más poderosa, hace que la mujer sea más instintiva, practica, y capaz de crear a un nivel más físico (un nuevo ser) así como la energía yang al entrar por la corona hace que el hombre sea más creativo a nivel de ideas, y más racional.
En lo referente a lo mental, la mujer tiene un mayor dominio del hemisferio derecho, área donde reside la imaginación, la intuición y la creatividad; en el hombre, en cambio predomina el hemisferio izquierdo, sede del razonamiento analítico y de las ideas más complicadas y dualistas. El hombre llega al conocimiento analizando y dividiendo; la mujer sintetizando y uniendo. Allí donde el hombre es analítico y racional, la mujer es sintética, holística y soñadora; allí donde el hombre es competitivo por naturaleza, la mujer se realiza compartiendo.
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