jueves, 1 de marzo de 2018

Hambre emocional y hambre física


Tal vez ya hayas escuchado hablar del hambre emocional y el hambre física.
Hambre física es aquella que podemos notar en la boca del estómago, que se sacia con alimentos. Y no nos importa que tipo de alimentos sean. Podemos comernos un plato de garbanzos, de arroz…
El hambre emocional se siente como un impulso inmediato. Necesito comer ya,  y no me sirve cualquier alimento. Ya que lo que quiero es algo en concreto como  chocolate, pan, patatas fritas..
Cuando intentamos saciar un hambre emocional con alimentos,  tenemos la sensación de sentir alivio  por un momento, para después volver a querer más.
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¿Por qué sucede esto?
-Los alimentos están directamente relacionados con el amor y la protección. El alimento nos sacia, nos equilibra nos calma, nos llena. De forma inconsciente lo relacionamos con la primera comida que tuvimos cuando llegamos a este mundo. Con la comida que nos proporcionaba la madre, el AMOR.
Y cuando nos sentimos con falta de amor, en peligro, con insatisfacción, puede suceder que intentemos llenar ese vacío con alimentos.
-Cuando comemos se activan en nuestro cerebro las áreas relacionadas con el placer, también llamado circuito de recompensa.  Este mecanismo tiene que ver con la dopamina,  neurotransmisor protagonista de la sensación de placer. Y con la serotonina.
Este circuito se activa con facilidad sobre todo con los alimentos “Altamente palatables”. Estos son aquellos que contienen grasas+azucares, grasas+sal, glutamato monosódico presente en numerosas comidas envasadas, harinas refinadas, productos alimentarios con sabores intensos…
La industria alimentaria conoce muy bien este circuito de recompensa que se da en nuestro cerebro y diseña productos perfectos para que queramos comer más y más.
-Anclajes. Es la asociación automática de un estímulo y una respuesta emocional. Pueden ser visuales, auditivos , táctiles, olfativos, gustativos , o una mezcla de ellos.
Por ejemplo: El olor de las pastelerías te conecta cuando eras pequeño y tu abuela preparaba dulces caseros para ti. Ese olor te reconforta por lo que no puedes evitar comer pasteles cuando los hueles.
-Búsqueda del equilibrio. Cuando sientes hambre emocional, en forma de antojo por un alimento determinado, lo que sucede es que estás buscando equilibrio, protección, alivio, evasión, estructura. Cada alimento tiene un efecto energético en ti.  Y cuando tienes apetencia por un determinado alimentos lo que sucede es que estás buscando ese equilibrio.
Así que no te sientas culpable o con agobio, cuando esto te suceda. Todo, absolutamente todo lo que te sucede tiene una explicación una lógica. Los movimientos que se dan en nuestro interior buscan el equilibrio, aunque en un principio te cueste comprenderlo.

La auto-observación de como es nuestra relación con los alimentos es clave para poder hacer un cambio de hábitos duradero que nos lleve a elegir los alimentos que son los más adecuados para nosotros en libertad.
En próximos artículos hablaremos de como saciar el hambre emocional.
Por ahora te propongo que reflexiones si te has identificado con todo lo que te he contado hoy. Si tal vez tienes apetencia por determinados alimentos en concreto de forma repetitiva. Y si es así, cuando te suceda, en el momento que tengas el impulso de comer ese alimento en concreto, pregúntate:
¿Para qué quiero comer este alimento? ¿Qué emoción quiero saciar?

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