Se denomina verano tardío al periodo intermedio entre el verano y el otoño, esa época del año en la que notamos que el verano empieza a declinar, y sin embargo, todavía no ha comenzado el otoño y el clima suele ser todavía apacible. Los días se notan más cortos y comienza a refrescar.
Entre estación y estación hay un periodo de unos 18 días llamado dojo en el que también está activa esta energía, la energía del elemento tierra. Es un periodo de parada en el que todo se reorganiza.
En este periodo entre verano y otoño, podemos sentir como la naturaleza comienza a replegarse, a calmarse, a disminuir su actividad. También nosotros, pasada la actividad estival nos vamos relajando, centrándonos, quedándonos más dentro.
En esta época, todavía podemos obtener alimento de la tierra, es momento de recoger las últimas frutas, que son además las más dulces, pues han acumulado toda la energía del sol. Ese sabor dulce es el que debe predominar en nuestra alimentación durante este periodo.
A nivel anímico, la tierra nos conecta con nosotros mismos. Dejamos de estar tan activos como en verano y comenzamos a estar más relajados e incluso melancólicos pues notamos que la energía expansiva del verano se acaba. Es momento de comenzar a mirar hacia dentro.
En esta época del año, necesitamos centrar, calmar y estabilizar nuestro organismo. Es importante comenzar a reducir los alimentos que han prevalecido en nuestra dieta durante el verano: frutas y verduras crudas, bebidas frías… Comenzando a introducir alimentos más nutritivos y templados que nos ayuden a reforzar y remineralizar nuestro organismo, creando el centro y la fuerza necesaria para afrontar los meses del futuro invierno.
Alimentos armonizadores:
Cereales: Volvemos a incrementar el consumo de cereales en grano que aportan mas centro y calor y vamos reduciendo los procesados como bulgur, cucús y pasta. Usaremos más arroces de grano redondo, dejando poco a poco los de grano largo y basmati. El cereal por excelencia para esta estación es el mijo, uno de los cereales más versátiles en la cocina. Puedes utilizarlo en ensaladas y pasteles, es ideal para preparar croquetas, e incluso lo puedes usar en sencillos postres endulzado con concentrado de manzana.
Legumbres: Son ideales las más pequeñas y compactas como las lentejas y los azukis, aunque podemos usarlas todas.
Proteína vegetal: El tempeh y el seitán son las mejores proteínas para esta estación. El tofu tiene un efecto enfriante, si queremos consumirlo, sería bueno utilizar métodos de cocción que lo calienten: estofado, rebozado y frito, o acompañarlo de alimentos que calienten como raíces y verduras redondas.
Verduras: Las verduras amarillas, anaranjadas y redondas son las ideales en este momento. Suelen ser verduras que proporcionan un sabor dulce natural que nutren y refuerzan el estómago y bazo-páncreas: calabaza, cebolla, zanahoria, nabo, col, colinabo, boniato, etc. Prueba a prepararlas asadas… quedan deliciosas!!
Algas: La más adecuada para esta estación es la arame, por su sabor dulce que tanto nos tonifica en este momento. Para usarla, basta con remojarla durante unos minutos y añadirla luego a ensaladas o salteados de verduras. La puedes tener en un bol con agua junto a la cocina para que ne se te olvide usarla. Un puñadito será más que suficiente para toda la familia.
Frutas: Ya están aquí las uvas, peras, manzanas… Puedes empezar a preparar sabrosas compotas que irán ayudando a crear esa energía de recogimiento que fluye en el otoño. Puedes combinar varias frutas y cocinarlas con pasas y orejones que aportarán un dulzor natural. No olvides añadir una pizca de sal, potenciará el sabor dulce de la fruta.
Semillas y frutos secos: Las semillas de girasol son ideales para está época. En líneas generales, podemos consumir durante todo el año y en cantidad moderada, pipas de girasol, calabaza y sésamo. Pronto comenzarán a caer las primeras nueces y avellanas…. aprovecha….
Condimentos: Es interesante disminuir sabores ácidos como cítricos que tienen un efecto más enfriador. Podemos comenzar a introducir especias que calientan ligeramente como la canela, el clavo, el jengibre o la nuez moscada.
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