jueves, 8 de septiembre de 2016

¿Por qué viajar resetea nuestro cerebro?


umeboshi

“Un buen viajero no tiene planes fijos ni la intención de llegar” (Lao-Tsé)

Viajar resetea nuestro cerebro. Los terapeutas y los guías de la salud, se dieron cuenta que para liberarnos del mal humor o de la depresión es necesario que el cerebro se desconecte, que salga de la rutina de lo cotidiano, y la forma más eficaz es viajar, si cabe, al lugar más remoto y desconocido del planeta. Los estadistas se dieron cuenta que cuando una persona camina en un entorno totalmente natural rodeado de árboles y vegetación salvaje durante un kilómetro y medio, la actividad del área del cerebro donde se registran las enfermedades fisiológicas decrece en gran medida, incrementando en un 50% el pensamiento creativo.
Imagina si estamos 10 días o más caminando en un entorno natural, liberaríamos una cantidad importante de contaminación mental dando lugar a la apertura de mente y a la reconexión profunda. El viaje lo podemos emprender hoy mismo y es parte del equilibrio.
“El ritmo de una vida saludable se conjuga en movimiento y reposo, trabajo y descanso”.
Desde siempre las personas se tomaban unos días para el sosiego, los viajes solían ser más próximos, al campo, a la playa o a casa de un familiar. La burguesía solía disponer de una Villa a las afueras de la ciudad y la clase más adinerada realizaba largos viajes trasatlánticos.
Viajar o tomar unas vacaciones regularmente beneficia la salud. Hoy, estudios científicos lo confirman, viajar influye positivamente en nuestra apertura mental, mejora nuestras habilidades de comunicación, planificación y adaptabilidad.
“El mundo es un libro abierto y los que no viajan leen sólo una página” (San Agustín)
Cuando viajamos aumenta nuestra capacidad para resolver problemas.
“Personalmente, siempre  que voy en un avión y empieza el decolaje tengo la sensación que la materia pierde densidad y que la distancia de la tierra difumina la magnitud de cualquier conflicto o desafío”.
Cuando llegamos a destino al estar lejos de las situaciones cotidianas, tendemos a pensar de forma abstracta surgiendo nuevas formas de entender o resolver conflictos.
Y es que viajar nos expone a nuevas formas de pensar y ver el mundo. Al cambiar de panorama  y medio ambiente creamos “nuevos caminos neuronales” y nos abrimos a la posibilidad de nuevas formas de entendimiento.
Los adultos vivimos menos en el presente, estamos más hipotecados al futuro y empeñados con el pasado, tenemos una percepción o el sentido  del tiempo más comprimido que los niños. Existe la hipótesis de que viajar nos coloca neuronalmente en la misma posición que cuando éramos niños. Es decir, que viajar regresa nuestro cerebro al estado de asombro en el que vivíamos cuando veíamos las cosas por primera vez, cuando todo era nuevo.
“Mientras estés vivo, viajar es obligatorio” (James Reed)
Viajar nos da la oportunidad de asombrarnos y que el sentido del tiempo se expanda. Unas semanas de viaje por el lejano Oriente podrían parecer una vida en si misma.
Un cambio de ambiente nos puede conducir fácilmente a un cambio de hábitos, pues un cambio radical de paisaje o panorama es una forma de romper y deshacernos de hábitos del pasado y si es necesario, de romper patrones de conducta perjudiciales.
Cuando viajamos no sólo tenemos la posibilidad de explorar sino también de ser totalmente ajenos sin una historia para quienes no conocemos.
“El cambio de ambiente ayuda al cambio de hábitos”.
Cuando viajamos, experimentamos  otras culturas, y esto conlleva ampliar nuestro marco de visión, nos hace más humildes y nos da un sentido de la horizontalidad. Nos ayuda a ponernos en la piel de otros, pero también contribuye a que valoremos lo que tenemos, a mejorar las relaciones familiares, a colocar en verdadera perspectiva nuestra vida.
Sin embargo, si cuando viajamos trasladamos nuestra ajetreada agenda al viaje, planificando actividades para todos los días cronometradas (museos, playas, fiesta, parques, trotes, escalar montañas, trenes, buses, compras), obligamos al organismo a que se adapte al nuevo tipo de vida, que incluye cambios en la alimentación, adaptación al clima, y el nivel de ejercicio que se realice durante el viaje.
Cuando viajar se convierte en estrés, aparecen trastornos de todo tipo, especialmente digestivos, infecciones ginecológicas, anginas de pecho, infartos, dolores corporales, molestias musculares, cansancio, ansiedad y algunas veces depresión, tras verse frustrados tantos planes no cumplidos a lo largo del viaje.
Por esto es recomendable viajar con cierto tipo de medidas pero sobre todo permitiéndose fluir con la propuesta del nuevo entorno, olvidando en muchas ocasiones la planificación excesiva.
Desde la lente del yin y el yang, podemos elegir nuestro destino dependiendo del propósito, así por ejemplo, si queremos más distensión elegiríamos el sur (yin), pero si queremos un viaje de reencuentro con la pareja o incluso un viaje de novios, el norte (yang) nos mantendrá más unidos. De cualquier forma viajar es una acción yang, lo podemos hacer aún más yang si vamos de camping, y más yin si vamos a un hotel.
Según  el libro de Takashi Yoshikawa “An ancient oracle for modern times”, donde explica la teoría del KI de las estrellas voladoras, cuando viajamos deberíamos tener en cuenta nuestro número KI y la direccionología  para hacer los viajes más fluidos y sin contratiempos.
La macrobiótica suministra un montón de tips, sugerencias y remedios rápidos para hacer de nuestras travesías experiencias placenteras, y en caso de molestias, paliarlas con el mínimo impacto al organismo, algunas para prevenir inconvenientes en los viajes.
Una propuesta útil a la hora de comer en países exóticos es no comer en los lugares turísticos y elegir la comida del lugar, restaurantes tradicionales, donde casi siempre disponen de cereales incluso si el cereal es refinado, verduras y pescado.
“A la ciudad donde fueres haz lo que vieres”.
Antes de viajar a un destino donde el clima es opuesto a donde nos encontramos es recomendable comer la comida de ese lugar, 10 días antes de viajar así vamos adaptando el organismo. Por ejemplo si viajamos a un país tropical comer frutas tropicales aunque nos encontremos en invierno, Pero si viajamos a un país o lugar muy frio, incluso si nos encontramos en el verano, es adecuado comer al menos una o dos semanas antes comida de invierno. Si por ejemplo estamos en pleno verano comiendo muchas más frutas, bebidas frías, comida cruda (expansiva yin) y cuando lleguemos al destino mucho más frío, comemos comida caliente, cocida, (contractiva yang) el cuerpo tendrá el movimiento de la esponja, y el exceso de líquido y frío podrá salir en forma de resfriado, mucosidades e incluso diarrea.
La preparación previa antes de viajar es muy efectiva e inteligente.
Artículos a incluir en el botiquín de viaje:
Todos estos artículos de pequeñas dimensiones no llegan a pesar 250 gr y ocupan un volúmen mínimo equivalente a dos juegos de naipes.
  1. Pequeña cantidad de arroz tostado
  2. Puro de moxa.
  3. Trozo de jengibre.
  4. Sopas de miso en sobre
  5. Té kukicha en filtros
  6. Pastillas  de umeboshi
  7. 3 ciruelas de umeboshi
  8. 3 cucharadas de agar agar en polvo
  9. Aceite esencial de árbol del té
  10. Aceite de citronela
  11. Equinacea en presentación pequeña con atomizador
  12. 3 clavos de olor
  13. Tamari en un cuenta gotas pequeño de 20 mlts.
  14. Aceite de sésamo en un cuenta gotas de 20 mlts.
  15. Manteca de Carité en presentación pequeña (la marca Ypsofilia)
  16. Filtros de té de valeriana
  17. Flores de Bach de rescate
  18. Algas nori en copos
  19. Una toallita pequeña de algodón, la mayoría de los hoteles las tienen, yo por si acaso siempre llevo una.
Cuando hacemos travesías trasatlánticas y sufrimos una  descompensación horaria “jet lag”, la primera recomendación  al llegar es hacernos una “friega corporal”. Consiste en frotar el cuerpo  seco de la cabeza a los pies con una toallita de algodón  húmeda y caliente, el ideal es que la toallita haya sido impregnada con jengibre fresco, esto activará más la linfa y permite absorber la energía del nuevo lugar.
Yo acostumbro a hacerla cada día en la mañana antes de la ducha, pero cuando hago viajes largos pongo énfasis en el jengibre. Además contribuye a una piel tersa y libre de toxinas.
Arroz tostado.
Útil en casos de diarrea, de resfriados o simplemente como complemento en un desayuno cuando llevamos varios días viajando y notamos que la energía empieza a decaer.
Preparación: tostar un puñado de arroz integral en una cazuela de acero inoxidable y a fuego medio hasta que obtenga un color dorado. Apagar y dejar enfriar fuera de la cazuela.
Usos, añadir a un vaso de agua caliente, dejar reposar añadir unas gotas de tamari.
Puro de moxa. Se trata de un cigarro de artemisa prensada, lo venden en herbolarios para aplicar calor “Moxabustion”.
El puro de artemisa tiene múltiples beneficios dependiendo del lugar donde se aplique, se enciende la punta como quien enciende un cigarro, se sopla la punta para avivar la artemisa y se aplica intermitentemente muy cerca de la piel.
Para diarreas o contagio por “E.coli bactery”, común cuando viajamos a sitios donde las prácticas de higiene al manipular los alimentos son diferentes a las nuestras, también cuando la calidad del agua cambia. Se debe aplicar en el área del ombligo, de 6 a 7 veces hasta calentar muy bien la zona.
Las diarreas son generalmente enfriamiento de los intestinos y suele suceder en los viajes cuando comemos muchos alimentos que enfrían como, bebidas con hielo, excesos de fruta y verduras tropicales, bebidas azucaradas o helados. La práctica externa de suministrar calor por medio de la moxa contribuye a la mejoría.
Sopas de miso en sobre. Junto con las friegas corporales son lo primero que haríamos al llegar a destino para combatir el jet lag. La sopa de miso alcaliniza rápidamente la sangre, genera vitalidad.
Su uso es instantáneo, se disuelve el contenido del sobre en una taza de agua caliente, se deja reposar 2 minutos. Se le puede añadir también algunos granos de arroz tostado. Podríamos tomar una cada mañana para desayunar si no disponemos de una buena dieta. 
Filtros de té kukicha. También tienen una acción alcalinizante, mantienen la sangre limpia, pero además son útiles en caso de hacer enjuagues bucales o lavados de ojos si hemos sido picados por algún mosquito, si tenemos alguna congestión visual o en lugares de mucha humedad si tenemos la tendencia a retener líquidos o nos despertamos con bolsas, en este caso se aplicaría directamente el filtro de te después de haberlo usado, en los párpados inferiores. Como infusión, se añade a una taza de agua hirviendo.
Pastillas de umeboshi. Son un extracto de las ciruelas de umeboshi, esferas pequeñas que nos sirven para mantener el organismo despierto y alcalino, se chupan 2 o más pastillas a manera de prevención. Se pueden tomar cada día.
Ciruelas de umeboshi. Pueden ser muy útiles en los viajes, ayudan como antibióticos, para calmar un dolor de muelas, en caso de descomposición intestinal, bajada de presión arterial, para las agujetas después de una actividad física intensa o para subir la vitalidad en momentos de desgaste entre otros.
Se pueden chupar directamente o agregar a una taza con unas gotas de shoyou y té kukicha caliente por arriba. Los efectos de esta  combinación son prodigiosos y la mejoría casi inmediata.
Agar- agar en copos. Son muchas las personas que cuando cambian su entorno habitual sufren de estreñimiento transitorio, el agar agar sirve de laxante natural.
Disolver una cucharada en un vaso de agua tibia, dejar reposar unos instantes y beber.
También se podría aplicar moxa en la unión del dedo gordo y el dedo índice para estimular la evacuación. Repetir todos los días hasta que los intestinos se regulen.
 Aceite esencial de árbol del té. Es un aceite antiséptico se usa para prevenir y tratar  infecciones tiene propiedades antimicrobianas especialmente para infecciones fúngicas.
Aplicar cada día en las plantas de los pies concretamente entre los dedos de los pies.
También es posible aplicar en encías inflamadas o molestias bucales.
Aceite de citronela. Es un excelente repelente  natural contra los insectos y mosquitos junto con el aceite de árbol del té tiene propiedades antifúngicas, aplicar directamente en la piel.
Equinacea en atomizador tamaño permitido en el equipaje de mano. Magnífico complemento en casos de bajada del sistema inmune, cansancio, fatiga, estrés, agotamiento del sistema nervioso. En algunos casos incluso ayuda en inflamación de las amígdalas o dolor de garganta. Aplicar según posología.
Clavos de olor. Con propiedades anestésicas y analgésicas.
En dolores de muelas o dientes por caries, aplicar directamente un clavo mientras contactamos con un odontólogo.
Aceite de sésamo. En caso de rozaduras, talones pelados, piel seca, pero sobre todo es conocido como un excelente filtro solar natural ante las radiaciones UV y para favorecer el bronceado.
Manteca de Carite. Útil como protector de la piel tanto para el frío como para el sol.
Tiene una increíble acción en pieles deshidratadas, cuando viajamos a climas extremos muy secos, reconstituye e hidrata los labios partidos o el enrojecimiento de la nariz por el uso continuado de pañuelos tras un resfriado.
Infusión  de Valeriana. Tranquilizante natural, su principal uso esta relacionado con trastornos del sueño, cuando hacemos un viaje de más de 6 horas una valeriana induce al sueño. También si tenemos dificultad en el nuevo entorno para dormir.
Flores de Bach de rescate. Cuando nos exponemos afrontar situaciones en donde nos sentimos angustiados, temerosos, o incluso presos del pánico. Para las personas que se sienten intranquilas volando, no tiene ningún efecto secundario con lo que incluso con intervalo de minutos podemos tomar varias gotas.
Algas nori en copos. Una fuente extra de minerales y vitaminas, donde destaca la vitamina A, B1, B2 y vitamina C.
Espolvorear sobre ensaladas o verduras como aporte extra de energía.
 “El ritmo de una vida saludable se conjuga en movimiento y reposo, trabajo y descanso”.

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